Bolsonaro se reunió con militares para un golpe de Estado en Brasil: testigo

Bolsonaro se reunió con militares para un golpe de Estado en Brasil: testigo

La trama se urdió en la penumbra de despachos militares y salones presidenciales durante los 62 días que mediaron entre la derrota de Jair Bolsonaro en la segunda vuelta del 30 de octubre de 2022 y la investidura de Luiz Inácio Lula da Silva el 1.º de enero de 2023.

Más de dos años después, el testimonio del brigadier Carlos de Almeida Baptista Júnior, excomandante de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB), ante la Primera Sala del Supremo Tribunal Federal de Brasil -la Corte Suprema- reconstruye aquella secuencia con la precisión de un diario de a bordo y coloca al expresidente en el centro de un intento concertado de subvertir la democracia.

El silencio poselectoral y las primeras visitas al Alvorada

  • 30–31 de octubre de 2022

Horas después de que el Tribunal Superior Electoral proclamara el triunfo de Lula por 50.9 % contra 49.1 %, Bolsonaro optó por un mutismo inédito.Durante dos días evitó declaraciones públicas, pero recibió una peregrinación constante de asesores de ala dura, que prometían pruebas de un fraude inexistente.

En ese intervalo, el ministro de Defensa, general Paulo Sérgio Nogueira, y el propio Baptista Júnior acudieron al Palácio da Alvorada, residencia oficial. Allí se discutieron, según el brigadier, “escenarios de excepción” contemplados en la Constitución —una operación de Garantía de Ley y Orden (GLO), un Estado de Defensa o un Estado de Sitio—, todos con el objetivo último de frenar la transferencia de poder.

El presidente escuchó en silencio, tomando notas, sin comprometerse abiertamente, pero sin descartar el recurso a medidas extraordinarias.

La “reunión golpista” con los tres comandantes

  • Primera quincena de noviembre de 2022

El punto de inflexión llegó, de acuerdo con Baptista Júnior, “en la primera quincena de noviembre”. Bolsonaro citó a los jefes de la Marina, el Ejército y la Aeronáutica a una cena tardía en el Alvorada. En la mesa rectangular, escoltados por ayudantes, los comandantes oyeron al presidente deslizar la posibilidad de no reconocer el resultado. Fue entonces cuando el comandante del Ejército, general Marco Antonio Freire Gomes, cortó la tensión de forma quirúrgica:

El general Freire Gomes es cortés, eso es lo que dijo. Con mucha calma y tranquilidad, pero dijo que si (Bolsonaro) hacía eso, tendría que arrestar (al entonces presidente)”.

El mensaje era inequívoco: el Ejército no sería el brazo ejecutor de un golpe. El ambiente se tornó gélido; los oficiales se retiraron con la garantía tácita de que, al menos de momento, la sedición quedaba aplazada.

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