Sepultan a sacerdotes jesuitas en Cerocahui, Chihuahua

Sepultan a sacerdotes jesuitas en Cerocahui, Chihuahua

Javier y Joaquín fueron sepultados en los jardines frontales de la parroquia de San Francisco en Cerocahui, Chihuahua.

Misa de cuerpo presente de Joaquín Mora y Javier Campos
Jesuitas, familias rarámuri y autoridades asistieron a darle el último adiós a Joaquín César Mora Sala- zar, de 80 años, y Javier Campos Morales, de 79, sacerdotes jesuitas asesinados dentro de su templo. Foto: Carlos Coria Rivas

CHIHUAHUA, Chih.

Entre incienso de trementina, canciones rarámuri, pascolas, guitarras, violines y sonajas, ayer se llevó a cabo la celebración de la Santa Misa exequial para despedir a los padres jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos —asesinados el pasado 20 de junio— desde la parroquia de San Francisco Javier en Cerocahui, Urique. 

 Acompañados principalmente de religiosas, rarámuri, reverendos jesuitas y laicos, Javier y Joaquín, y luego de una velación que duró toda la noche, fueron sepultados en el atrio de la parroquia de San Francisco Javier, donde ya hay restos de otros dos sacerdotes de la misma orden. 

El sacerdote jesuita Luis Gerardo Moro, provincial de los Jesuitas de México, hizo una reflexión durante las exequias y recalcó que, a pesar de la violencia y de las muertes de Javier y Joaquín, no dejarán las tierras de los rarámuri ni dejarán de realizar su labor evangélica y de apoyo a los más necesitados. 

Dijo que “en este altar fueron asesinados nuestros hermanos Javier Campos y Joaquín Mora. Aquí están los orificios de las balas. Aquí ofrecieron sus vidas por amor al pueblo rarámuri y al pueblo mestizo de la Tarahumara. 

 “Nuestros queridos Joaquín y Javier nos están abriendo una puerta y un camino para recuperar la paz. Una Paz perdida hace décadas. Los jesuitas no nos vamos a ir de aquí. Queremos seguir aprendiendo de ustedes.” 

Sin embargo, dijo que, además de comprender el problema de la violencia, todos deben participar para combatirla. 

 “El gobierno sólo no puede resolver el problema tan complejo de la violencia. Desde este santuario de paz invitamos a los distintos actores sociales, eclesiales y políticos a dejar diferencias y buscar los acuerdos que México necesita”. 

 Luego de la velación perpetua y la misa exequial, tras excavar las tumbas justo enfrente de la iglesia de San Francisco Javier, en el patio central, los ataúdes fueron depositados a las 14:00 horas de ayer, entre aplausos, canciones y danzas entonados por los rarámuri, hombres y mujeres que aprendieron la misericordia de Dios a través de los sacerdotes jesuitas que ayer inhumaron. 

Incluso, la ceremonia fue seguida y comentada por funcionarios del INPI, a través de la radiodifusora indigenista XETAR, Radio Tarahumara. 

A la ceremonia acudió la secretaria de Bienestar, Ariadna Montiel Reyes, en representación del mandatario federal, Andrés Manuel López Obrador, así como el delegado estatal para los Programas para Bienestar en Chihuahua, Juan Carlos Loera de la Rosa; al igual que la gobernadora María Eugenia Campos Galván; el fiscal general local, Roberto Fierro, además de los secretarios de Seguridad Pública estatal, Gilberto Loya, y el general del Gobierno de Chihuahua, Luis Serrato. 

Montiel Reyes, expresó, a nombre del Presidente, que “venimos a acompañar a la comunidad de Cerocahui, a la compañía de Jesús y en general a nuestros hermanos rarámuri, los padres eran sembradores del programa Sembrando Vida”. 

 Por su parte, Loera de la Rosa anunció que “vamos a redoblar esfuerzos para que haya una presencia permanente de todos los órganos del gobierno federal, pero también llevaré el llamado a la Mesa Estatal para la Construcción de la Paz, para que esa presencia permanente sea una realidad, en esta parte de nuestro estado”. 

La inhumación de los cuerpos fue vigilada por cientos de elementos de la policía, de la Sedena y de la Guardia Nacional, que incluyó dos helicópteros de las Fuerzas Armadas. 

Reinforma